jueves, abril 20, 2006

Memoria ahogada en caldito de recuerdos

Nunca se me ha dado mucho la cocina, pero este plato me salió sin mayor esfuerzo. No me había dado cuenta de todos los recuerditos que tengo regados por la Cd. de México, mi DeFe es inseguro, ruidoso, contaminado, lleno de tráfico pero también es fiestudo, loco, emocionante, insomne, divertido, tupido de gente que amo y que extraño, además es un hervidero de mis recuerdos.
Fuí a México en un carro sin estereo, cuando no hay música y llevo quien sabe cuantas horas manejando me da por entrar como en trance y pensar y pensar. Andaba por allá por Insurgentes Sur circulando de Sur a Norte cuando de pronto me vi metido en el RockShop comprando algo para mis hermanas, cuando se me ocurrió meterme al estudio de perforaciones de Danny, Wakantanka, y perforarme la nuca. Las calles o los pasos o los metros tenían voz, veía o escuchaba o todo al mismo tiempo. Hice una escala y no pude dejar de visitar el sindicato, auditorios de desvelo y discusiones con gente megachida que hoy son muy buenos amigos, sobre todo ver el parque y las pequeñas salitas fuera de las oficinas donde miraba sus ojos grandes, donde nos escondiamos para besarnos, para platicarnos los detalles de los días o de las horas. Salí del sindicato y sobre Reforma cada esquina platicaba una historia distinta con gente distinta, desde idas al teatro hasta peleas que nomas les hizo falta el ring y caídas a hotelitos, compras en la lagunilla y trasnochadas de antro.

El trance me contó esta historia:

"Los cuatro decidieron salir verle fondo al vaso o a la cerveza y salieron apurados por la puerta del bar, subieron al auto y ya existía un plan. Ellas ni siquiera se conocían entre sí y ellos no tuvieron la delicadeza de presentarlas. Después de estacionarse ellos bajaron del auto y preguntaron en la recepción si tenían habitaciones disponibles, después de buscar en los guardallaves el hombre volteó con mirada incriminante o discriminante y les dió una sola llave, ellos de inmediato contestaron malencarados como eran "son dos habitaciones pendejo". Al volver al auto con las dos llaves ellas habían hecho el protocolo de presentarse echándoles en cara la descortesía. Bajaron del auto y no volvieron a verse, cada quien tomó su rumbo o su destino,uno de ellos nunca supo que dejaba a su camarada en manos de una adivinadora experta en prestidigitación que en cuanto cruzaron la puerta de la habitación volteó a mirarlo y con la misma sonrisa que tiene el cañón de una pistola le disparó sobre la cara diciendo "la próxima vez que me lleves a un hotel llevame a donde no hayas llevado a otra", vaya rafaga sobre aquel cuerpo vulnerable cuyo cadáver fue encontrado varios días después"